jueves, 1 de noviembre de 2007

CAÓTICA ANA

Una cuenta atrás o hacia delante en un universo desconocido, una búsqueda de los sueños que se ocultan en lo inconsciente… ‘Caótica Ana’ es la evolución y el retroceso, la ida y la vuelta, la calma y el caos.

Medem vuelve a una isla, como la que dejó en ‘Lucía y el sexo’ y recupera el palíndromo del nombre de Ana de ‘Los amantes del círculo polar’. Dice que esta película es la más personal mientras se enreda en el inconsciente al que nos tiene acostumbrados de psiquiatra seducido por el cine. La risa de Manuela Vellès nos envuelve desde el comienzo con mirada azul, cuando evoca los recortes de verano y sol; y el arte inunda cada plano en recuerdo de su hermana. Lienzos que parecen crear textura a cada instante de la historia mientras la banda sonora incrementa las sensaciones que este viaje nos produce. Guiarse a través de Ana es perderse en lo interno, sumergirse en el tiempo de múltiples vidas, traspasar cada miedo casi sin querer.
Un túnel hacia lo incierto con un final sin broche. Admiro el Medem plástico, de planos detallistas con un punto para cada pizca de sentido, el investigador de caminos por recorrer de la mente, el Medem sentimental, el sexual, el lanzador de pistas para construir historias. Pero me sobra el político, ese posicionarse e incluir alusiones que empañan parte del filme. Por qué no entremezclarse con seres anónimos alejados de personajes que buscan un protagonismo, por qué Ana es más que Ana y cambia su carácter en el último tramo, vengativa contraria al no querer saber. Cuatro años alejan a Medem de la polémica ‘Pelota vasca’ pero su eco parece aún resonar en los posos de su último trabajo. Excelente pero presuntuosa, con una buena interpretación de Bebe. Y aunque la crítica se deshaga en elogios para Manuela Vellès, yo sólo destacaría su risa y sus ojos, que nos adentran en la tensión y dramatismo de esta ‘Caótica Ana’.

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